OrcQuest: Warpath, la venganza pielverde

No, en serio, ¿es que nadie piensa en los derechos de los pielesverdes? Décadas tratándolos como si fueran purria descerebrada, alimañas sin honor, principios o dignidad. Desde que el desalmado de J.R.R. Tolkien los presentó en sus libros como unos descendientes degenerados y corruptos de los elfos (más quisieran ellos pero, ¿qué esperas de un tío con tantas iniciales?) se los ha tenido en el imaginario colectivo como sinónimo de fealdad y malicia. Las franquicias lúdicas más populares de la historia han humillado constantemente a este incomprendido pueblo, usándolos como sparring para héroes de todas las razas de «los pueblos libres»… libres, sí, libres de ir matando por ahí cualquier cosa, sin dar explicaciones y sin remordimientos cuando no entra dentro de sus limitados constructos culturales. «Hola, soy paladín nivel 3. Voy a entrar en tu casa reventando la puerta, mataré a tu familia y amigos, arrasaré tu aldea y buscaré la empresa de tu jefe para quemarla y pasarlo a él a cuchillo, así me aseguro de que te quedas sin trabajo y sin futuro». MUY CHUNGO. Dungeons & Dragons, Warhammer, Heroquest… en tooodos estos juegos no son más que un instrumento de destrucción idiotizado, estúpidas criaturas cuyo único propósito es que los supuestos héroes de nivel 1 puedan hacer sus primeros pinitos como asesinos y saqueadores psicópatas. Si es que la humillación es tal que ni siquiera son rivales que valgan pa niveles medios, ¡que son masilla! Pero qué hijos de… Da igual, porque podría tirarme así horas, relatando las barbaridades que se ha hecho con este desdichado grupo multirracial (¿multiespécimen?): orcos, goblins, trolls, todos ellos denostados y reducidos a un meme.

Pero el tiempo, dicen, pone a cada uno en su lugar. En 2002 alguien decidió hacer justicia. Era una pequeña compañía de héroes (de verdad) y mercenarios por la paz, que con el tiempo acabaría convirtiéndose en un ejército sin igual y forjando un imperio cuya luz llegaría hasta el último de los rincones de esta oscura tierra. Amparados por una helada ventisca y acunados por la nieve y la escarcha, estos adalides de la virtud lanzaron un título que marcaría historia y que llegó para calentar nuestros absurdos corazones: Warcraft 3: Reign of chaos. En esta epopépica1 videojueguil sin precedentes se nos muestra lo que nadie se había atrevido a mostrarnos jamás, la crueldad e injusticia con la que humanos, elfos y enanos trataban a los orcos y a cualquier otra especie que no entrara dentro de sus cánones de belleza.

La historia nos relata cómo Thrall (que en el idioma del mal significa esclavo), a pesar de las torturas y humillaciones constantes por parte de los humanos, descubre el chamanismo y se convierte en un ser sabio y noble que busca la paz entre los pueblos y practicar el reiki. Su camino lo llevará a acoger a todas aquellas culturas marginadas por los imperialistas de la corrección política, hasta convertirlas a todas en un pueblo único, unido bajo una sola bandera: #libertad.

No tengo la menor duda de que el videojuego Warcraft 3 sembró la semilla para el proceso de cambio de cómo percibe el imaginario colectivo a los monstruos más clásicos del dungeoneo, y de que World of Warcraft fue quien terminó de asentar esa idea. De hecho, la experiencia me ha enseñado que los únicos jugadores a los que les rechina la idea de que un orco pueda ser un personaje jugable bueno, son jugadores de la vieja escuela que además no han jugado nunca al WoW. Esa situación que podríamos explicar con el mito de la caverna hace que les sea imposible concebir un orco que no sea malo y estúpido. Por otra parte, esa apertura hacia la aceptación de otras especies más allá de los guapitos de Tolkien, no es algo que se diera solo en occidente. Los nobles orcos coreanos del popularísimo Lineage 2, o los furros del mundo anime son una prueba de ello.

Pero volviendo al carril, que nos desviamos… El camino hacia la redención de este victimizado colectivo fue largo y arduo. En el mundo del rol de mesa se tardó un poco más en terminar con la ignominia de la que os hablamo. Paizo, por ejemplo, les dio una nueva oportunidad a los semi-orcos en su Pathfinder, otorgándoles mucho más protagonismo en sus historias, hasta el punto de crear personajes tan carismáticos e importantes como la noble paladín Irabeth Tirabade. Con los goblins, por otra parte, hizo mucho más, pues creó una base cultural bastante sólida para ellos y los volvió terriblemente carismáticos, sin que perdieran un ápice de su malicia y peligrosidad, ¡hasta el punto de que los convirtió en su imagen pública! Y, de hecho, en Pathfinder 2, estos pequeñajos alcanzarían la cima de su evolución convirtiéndose en una de las razascendencias jugables principales. Por suparte, al otro lado de la moralidad empresarial, Wizards of the Coast (que en ese momento no sabía que en el futuro sería humillado a manos de un ORC) nos propuso un trasfondo distinto para los semi-orcos en D&D 5a. En lugar de ser meras víctimas de violaciones, nos ofreció la idea alternativa de que fueran fruto de matrimonios de conveniencia. Huelga decir que esta idea me pareció bastante coherente y acertada, aunque fuera muy buenista. Más adecuada para niños (D&D es un juego para todos los públicos, al fin y al cabo), y que todos los adultos sabemos que no invalidaba la anterior. La compré desde el minuto 1, pa qué engañarnos. En fin. Orcos, furros y antropomorfos de todo tipo imaginable, pueblan hoy por doquier los mundos de fantasía roleros (que se lo digan a El Resurgir del Dragón).

Pero en el mundo de los juegos de mesa todavía quedaba una cuenta por saldar. Si bien Fantasy Flight hizo un esfuerzo por normalizar la situación social de los orcos en su famosísimo dungeon crawler Descent, estos aún tenían una representación bastante tímida. Y lo más importante… Heroquest seguía dando mucho asco. Por suerte, en 2017 apareció una empresa francesa llamada Maze Games, que se dio a conocer lanzando una campaña de mecenazgo vía Kickstarter2. El juego que proponían era OrcQuest, un juego de cartas en el que adoptábamos el papel de unos pielesverdes que debían progresar en la vida consiguiendo provisiones y herramientas con las que sobrevivir, mientras unos miserables normis intentaban imperdírselo de forma violenta (más o menos, es un juego de cartas y a veces hay que usar un poco de más la imaginación). El proyecto salió adelante y, a pesar de no ser un éxito muy destacado, les dio el empujón necesario para crear al año siguiente su nuevo proyecto. En 2018 Maze Games sacó via KS otro juego, OrcQuest: Warpath. Esta vez se trataba de un dungeon crawler con miniaturas que, con un acierto justiciero, adoptaba la estética del clásico Heroquest, pero actualizando, modernizando y sofisticando sus mecánicas (lo que Hasbro debería haber hecho con la reedición del HQ, pero prefirió vender el mismo juego de hacía 30 años con la excusa de los homanjes y ahorrarse un pastizal en desarrollo. Salgamos de este interminable paréntesis). Este orquil juego salió adelante, y se logró desbloquear un montón de contenido en forma de expansiones. Pero con el pasar de los meses, la pandemia mundial y las crisis económicas que iban apareciendo como champiñones, el hype se fue desvaneciendo, pues las noticias de que los creadores estaban teniendo muchas dificultades para sacar el juego adelante eran cada vez más alarmantes. En las últimas actualizaciones se relataba cómo estaban buscando inversores para intentar sacar adelante el proyecto.

Y cuando todo parecía ya perdido… Apareció Monolith. Con su pétrea luz nos devolvió la esperanza. Anunciaron que lanzarían una nueva campaña en KS y que enviarían el juego y TODAS las expansiones a aquellas personas que participaron en la primera campaña, independientemente del dinero que invirtieran. Y ante esta noticia, nos lanzamos como hordas a los teclados para dirimir sobre la viabilidad del asunto, que ni siquiera parecía real. ¿Estaban jugando con nuestros sentimientos? Ahora que casi lo habíamos superado, ¿reabrirían la herida para volver a clavarnos el puñal en el pecho?

Pues nop. Hace 5 días, los buenos de Monolith cumplieron con su palabra. Bajo el nombre de OrQuest Warpath: Resurrection acaban de sacar una campaña muy simple y directa. Todo el material previsto para la campaña antigua en una sola aportación y metido en 2 cajas gigantes, por un precio muy bajo para lo que trae (172 miniaturas y casi 1000 cartas, entre otras muchísimas cosas). ¿Bueno, bonito y barato? Pues sí, la verdad. Lástima del VAT, que sumado al envío hincha los precios. Por lo demás, es un puntazo de campaña. Ahora mismo creo que quedan un par de días solamente para poder participar, pero va a haber un Late Pledge en un par de meses, así que imagino que se podrá comprar allí, también. Os animo a echarle un vistazo (dadle a la K del vídeo).

Pero, tranquila, persona humana, que la cosa no acaba aquí. En su día ya tradumaqueté el reglamento al castellano. Tras comprobar que en el manual solo cambiaron dos tonterías a nivel de maquetación, comparto por aquí mismo el documento. Tanto si queréis curiosear, como si os interesa de verdad el juego y lo vais a usar cuando os llegue, espero que os sea útil.

Nos leemos 😉

1Epopeya épica
2Quicssssstarter, no quiquestarter, ¿quién es Quique?

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